Recuperar la mística de La Villa
Patricio James tuvo la idea desde hace décadas y la guardó en lo más profundo de su corazón durante años, hasta que fue el momento para sacarla a la luz, para materializar su sueño.
En tiempos en que no existían ni Facebook ni Twitter, Villa La Angostura siempre tuvo una mística que logró generar una infinidad de seguidores, testigos de su crecimiento, de sus prodigiosos paisajes y de las costumbres de los pioneros que la fueron levantando.
Paisajes como la boca del río Correntoso y su hotel mirador, el cerro Bayo, el lago Nahuel Huapi, junto a puntos emblemáticos como Bahía Manzano o la península de Quetrihué y su famoso bosque de arrayanes o la singular Fiesta Anual de los Jardines y la tradicional Feria de Artesanos comenzaron a hacerse conocidos en las grandes ciudades argentinas y el mundo.
A la Villa (como la siguen denominando sus vecinos), cuyo ícono fue siempre la Av. Arrayanes y la estación de servicio del ACA, le sucedió lo que le sucede a todas las ciudades del mundo: cambios generacionales que van modificando las costumbres de sus pobladores y de sus turistas de siempre.
Quienes habitaron la Villa en sus primeros años afirman que apenas un puñado de lugares servían de encuentro a sus pobladores y que con el correr de los años estos se fueron perdiendo hasta desaparecer.